Entrevista
a Alex Schlenker
Quito,
25 de abril de 2014
Por Miguel Ángel Murgueytio
“Si me preguntan cómo me defino, soy un experimentador
visual”.
Alex Schlenker considera que
su vida ha sido muy difícil y que esta dificultad está reflejada en su
obra. A muy temprana edad, cuando tenía
doce años se traslada de Alemania a Austria y de Austria a Colombia, tierra
donde nació su madre, una serie de movimientos que le permiten llegar al
Ecuador, lugar que para él se tornaba muy complicado, primero lingüísticamente
debido a su poco conocimiento del español y segundo porque estas mudanzas
implicaban la pérdida de amistades, nuevo colegio y nuevas costumbres,
situaciones que no permitían una estabilidad en él.
Por mi parte tenía conocimiento
de su trayectoria en la fotografía pero no sabía a ciencia cierta cómo y cuándo
surge su interés por las artes visuales, él me comentó que llegó al arte por un
complejo entramado, es parte de una generación de fotógrafos, su abuelo, su
padre y su madre personas muy cercanas que practicaban la fotografía dentro y
fuera de casa. Posteriormente, en el
colegio existieron varias circunstancias que le fueron marcando, estudió un
curso de fotografía y aparte estudió con un compañero austriaco, a quién su
padre que era cineasta, les regalaba retazos de cinta que sobraba en el
magazine para que puedan filmar fragmentos de película. Alex nos dice que aparte de ser su primer
acercamiento al cine, tuvo gran aprendizaje en literatura, esta familia tenía
una gran biblioteca de igual manera que en casa de sus padres. Además de la fotografía, el cine y la
literatura, este personaje tiene un largo recorrido por diferentes campos como la
matemática, la química, la filosofía, la arqueología, la historia, el deporte,
etc., en fin una variedad de materias que le permitieron obtener una formación
sólida. Es en ese momento cuando decide
estudiar artes visuales vinculadas al cine y queda enamorado de la metodología
de aprendizaje de la Escuela de la Bauhaus.
Desde esa línea puedo entender
que su producción artística proviene de la experimentación, él me lo afirmó,
habla sobre el juego lúdico, recortar, pegar, instalar o hacer un collage, muy
semejantes a la edición de video y el cine, que si los pudiera definir en una
sola palabra sería “el ensamblaje”. Alex
trabaja desde lo espontáneo y no desde la razón, parte del interés por algo,
acude a esos lugares y suceden cosas que le permiten generar material, le
interesa la luz, el movimiento y el registro.
La mayoría de veces no sabe lo que va a ocurrir, pero es esa
incertidumbre la que mueve su producción artística. Si él dividiera su proceso en etapas, primero
estaría las estrategias como examinación de caminos y posibilidades más que el
resultado en sí, luego estaría este amplio interés por el tiempo, trasladarse
en el pasado o jugar con la velocidad, finalmente, hace unos cinco o seis años
se atreve a trabajar un proceso autobiográfico, empieza a mirarse.
Estos procesos le llevan al
archivo, un fuerte interés por trasladar lo pasado al presente, pero ¿por qué
razón hacerlo? Schlenker respondió que ha podido darse cuenta que esa reflexión
sobre el tiempo tiene que ver con una mirada fija hacia el pasado, le permite
volver, mirar o tal vez hacer una relación con el mismo temor a la muerte que
le llevan a esta necesidad de guardar, archivar y preservar. El pasado es uno de sus materiales
preferidos, pero conociendo que el archivo es amplio y desbordante, Alex
responde a esta incertidumbre refiriendo su trabajo como generador de sus
propios archivos, recorre los mercados de pulgas en diferentes ciudades para
comprar fotografías viejas o desde las posibilidades del Internet que le ha
permitido reutilizar material para contar historias. La memoria, el pasado, el tiempo como
procesos de reconocimiento biográfico, ¿qué podemos rescatar de las historias
mínimas? Alex nos dice que en su propia
biografía tiene encuentros memorables que han sido efímeros, personas con quien
entabló una larga conversación y que de alguna manera le marcaron en su vida,
cosas pequeñas, circunstanciales y momentáneas que provocan una sensibilidad en
el artista sabiendo que nadie más las pudo ver, muchas de ellas decide
contarlas y otras simplemente dejarlas en la experiencia. Estas decisiones provocan un cuestionamiento
en él sobre ¿qué tanto debemos contar y a quién?, invocando una última
pregunta, ¿Todo este proceso artístico es dirigido a alguna colectividad?
¿Piensa en algún público? Schlenker contestó, que su proceso es experimental,
es muy feliz haciendo sus cosas, produce todos los días y el 99% de sus obras
no salen de su taller, no busca ser pretencioso sino que se mantiene en el
anonimato como una sombra que lo define.
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