Por. Leandro Lince septiembre,
2013
Las obras de arte nunca antes habían
sido tan complejas ni dado tantas posibilidades de lectura, hoy en día necesitamos de textos, declaraciones y manifiestos
que nos expliquen los procesos y las intenciones del o los autores. El arte
resulta una relación personal con intermediarios, un campo de interpretaciones
entrecruzado por los criterios oficiales de la academia, el de los
especialistas exteriores a la academia y la mirada pública.
Para
comprender con mayor profundidad el dilema mediador de la crítica hay que
situarnos en sus orígenes, en el surgimiento del nuevo público del arte en el siglo XVIII,
para lo que hay que recordar que en el surgimiento de la Modernidad, la Ilustración
juega un papel sumamente importante, define un contexto donde la información y
el conocimiento amplían sus fronteras de acceso. El nuevo orden social de la
burguesía permite a cierto número creciente de ciudadanos una aproximación
a la información y la ciencia, lo que constituyen un punto de quiebre en
la sociedad. Es el inicio de un contexto de independencia para el ser humano
y, como lo anota Roció de la Villa (Guasch,A. Coord 2003), “es en el campo de la sensibilidad donde el
individuo halle una garantía última, al
experimentar de manera privada y cierta su autonomía y libertad” (p.23).
Pero hay que recordar que este acceso al
conocimiento resulta un respaldo a la posición de clase en la esfera pública (Guasch,A. et al 2003), una especie de ruedo de jerarquías y élites
determinados por el conocimiento.
Para esta burguesía que se está afirmando
como ente social vivo e influyente, la posibilidad de desequilibrio y debate
estético significa su oportunidad, su apertura a lo nuevo, a su momento hegemónico
en la historia, “las discusiones estéticas se convierten en símbolo y metáfora
del cambio social, político y económico.”(Guasch,A. et al 2003).
En nuestro contexto, luego de que el
boom petrolero creara un poderoso mercado de arte en los 80s y que en los noventas se reestructuren las prácticas y medios
artísticos, el círculo cultural y la producción se ha mantenido en un proyecto
en proceso de formación, si bien en los ochentas era cuestión de élite y status
la adquisición y valoración del arte, resulta hoy en día una pugna por ocupar
la escena cultural creciente y por consolidar un público y un mercado
inexistente. En el caso específico de Guayaquil encontramos círculos galerísticos
definidos con sus papeles bien distribuidos y definidos entre curadores, críticos y artistas. Una de estas
figuras es Rodolfo Kronfle Chambers que como crítico tiene un papel herramental
en la galería, como un interlocutor que habla desde el público y para el público.
Pero hay que considerar que al cruzar la línea del espectador silencioso a la
de interprete se establece una relación de poder frente al resto del público y
frente a los artistas, cuando Didorot enfrenta sus apreciaciones y lecturas de arte
a la esfera pública modifica a esta, como un hombre ilustrado su voz tiene el
peso de un martillo y un cincel en el gusto público que se está formando
constantemente. La labor del crítico es dialógica
puesto que la crítica del arte deja de ser un mero reflejo en respuesta ante la
obra (Guasch, 2003, p. 70). Es un diálogo
entre las posibilidades de lectura y reinterpretación. Didorot nos abrió el
campo a que nos apropiemos de la experiencia estética fuera del objeto pero nos
dio la facultad de juzgar por nosotros
mismos, desde nuestras propias experiencias, así el crítico es un facilitador
de interpretaciones pero también un juez que define un “gusto general”.
El 18 de mayo del 2013 Rodolfo Kronfle
publica en su blog rio revuelto una reseña crítica sobre la obra de X Andrade:
El antropólogo como artista, en la cual lo primero que podemos notar es que el
uso de un lenguaje adornado (como el
término en francés agent provocateur)
es una reiteración de una búsqueda por querer aparecer y “ser” en el eurocentrismo,
casi como disfrazar nuestro contexto con los modos europeos. Pero aparte de
este, encontramos a un crítico amable, displicente y con mucha camaradería, un
agente que nos acompaña en un recorrido imaginario por la galería, que nos incita a explorar y a darle una
oportunidad a la muestra, darle un aire de confianza antes de considerarlo
nefasto o glorioso, Kronfle transporta su narrativa por el alago, la investigación del autor y contexto del
arte contemporáneo global. Juega a ser un poeta teórico que explora las posibilidades
lirico-lúdica de la obra de Andrade. La obra en palabras de Kronfle (Kronfle, 2013)
…
se concreta, como todas sus iniciativas, en clave colaborativa. En este caso
pidiendo al pintor de rótulos Victor Hugo Escalante interpretaciones pictóricas
de obras ampliamente reconocidas y legitimadas del arte contemporáneo
internacional. La consigna exige además que Escalante (…) estimulado por su
propia interpretación, adapte imaginativamente estas imágenes dentro de un
esquema publicitario dirigido a promover diversas actividades ficticias,
fabuladas en pérfido diálogo con Andrade: el resultado es un conjunto de
bizarros letreros para diversas actividades comerciales, locales de
entretenimiento, centros educativos y médicos.
Su crítica es un texto introductorio y
descriptivo de la muestra, nos permite familiarizarnos con las motivaciones, el
proceso y las influencias del artista pero cabe preguntarse si la crítica a esta
obra determina una ampliación entre la brecha del arte culto de élite con una
posible comprensión masiva del producto artístico, considero que sí, la crítica
de rio revuelto supone un posicionamiento de la burguesía, una reafirmación de influencia social y su
encuentro con la vida pública.
La crítica del arte abrió campo al
espectador dándole un cuerpo y una voz, un techo sobre el cual desarrollar
preferencias y exigir resultados, pero también es ahora un medio amplificador
de las propuestas, un elemento formador de públicos consumidores de arte. Pero si la crítica se
mantiene (por su uso de lenguaje y aspiraciones formales) en el círculo
vinculado herméticamente a la galería ¿hay algún beneficio real en la crítica? ¿Está siendo un intermediario para que un
público ajeno al círculo pueda vincularse con esta experiencia estética? Parece que no, es como si el trabajo de
Kronfle fuese un esfuerzo por parecer un epicentro artístico mundial, cosa que
no es , la cultura de consumo de arte en Ecuador sigue en formación y pretender
que usemos los mismos modos que los hegemónicos mundiales es solo aparentar “ser”
en un juego donde nunca seremos totalmente reconocidos o considerados.
Con respecto a los nuevos públicos Kronfle
explica en una entrevista publicada el 3 de agosto del 2010 en el blog de Ana
Rosa Valdez (Valdez, 2010):
… pasada una década de estos esfuerzos,
lo que se observa es que más allá de haber sido una tarea titánica, talvez ha
sido hasta una tarea proteica. Porque, aunque institucionalmente el arte
contemporáneo ha permeado las estructuras más arcaicas y acartonadas de la
estructura institucional local, sigue siendo un ente totalmente divorciado de
los grandes públicos, del ciudadano común. Esto sigue siendo un pequeño club
con muy pocos adeptos, la mayoría de los cuales son los mismos practicantes,
sus profesores y, circunstancialmente, las amistades y parientes. Hay muy pocos
interesados, como público del arte en sí, que no tengan vínculo directo con los
productores.
Obviamente el generar nuevos públicos
resulta algo complicado o imposible cuando se tiene una obra encriptada frente
a cada espectador, y más aún cuando el texto que funciona de intermediario o
mediador es igual o más encriptado que la obra. No creo que deba dejarse de
practicar una crítica especializada pero si debe ser accesible, el lenguaje
puede ser mucho más simple y directo. La crítica de arte local debe ser local, si debe tener
relación con el contexto global actual pero también debiese ser tomada como un
ente nuevo y por desarrollarse. El crítico como ente deambulatorio de los
círculos expositores y culturales tiene el poder y la potestad de designar (o
restar) valores adicionales a las obras al igual que en el siglo XVIII y XIX.
Los párrafos adecuados de un crítico pueden significar el éxito o el fracaso mercantil de un producto
o de un creador. Pero también, el crítico es responsable del acercamiento del
público hacia la obra, hacia los autores y el arte en general. O acaso ¿Hay que
ser un lector asiduo de teoría de arte para comprender las obras actuales? Hay
que tener el texto como primicia para enfrentarnos a las obras actuales, la
subjetividad y la apelación a lo sensible son insuficientes para comprender el
arte contemporáneo.
A manera de conclusión planteo una
serie de preguntas que valdría tomar en cuenta la próxima vez que nos
enfrentemos a críticas locales: ¿Debe acaso nuestro medio ecuatoriano ser una
réplica de las formas y métodos eurocéntricos?, ¿es la práctica de la Crítica
un intento por jugar al salón parisino
en el tercer mundo, un club exclusivo que comprende y se distancia de la
multitud? Además el crítico de arte en Ecuador debe construirse sus propias
estrategias, definiendo sus objetivos: ¿es su crítica una intención de mantener
el margen hegemónico occidental? ¿O un intento por marcar un giro en la manera
de consumir arte en el país? ¿Es difusión o afirmación de un estatus?.
Trabajos citados
Guasch, A. (2003). La crítica
de arte, Historia, teoría y praxis. barcelona: del Serbal.
Kronfle, R. (18 de mayo
de 2013). Rio Revuelto. Recuperado el 2013, de
http://www.riorevuelto.net/2013/06/the-full-dollar-collection-of.html
Valdez, A. R. (3 de
abril de 2010). Ana Rosa Valdez ensayos y curadurías: arte contemporáneo
ecuador . Recuperado el septiembe de 2013, de
http://anarosavaldez.wordpress.com/2010/04/03/practicas-camaleonicas-de-archivo-y-exposicion-entrevista-a-rodolfo-kronfle-chambers/