A
partir de una entrevista a Eduardo Carrera
Por:
María Laura Rodríguez noviembre,
2013
Nos
encontrábamos en una noche amena en el Centro Histórico de Quito. El paisaje,
las luces, los sonidos, un pequeño gatito y dos cervezas acompañaban una cómoda
conversación fuera de lo formal entre Eduardo Carrera, Daniel Fernández y yo.
La
curiosidad tomaba parte de nosotros frente a Edu, quien a pesar de su corta
edad se ha posicionado en el mundo del arte de manera genuina y eficaz. Siempre
está la pregunta latente hacia cualquier artista acerca de su primera
aproximación al arte. Edu nos contaba que él ingresó a la carrera de artes
visuales con el fin de hacer pintura. Al encontrarse en una institución alejada
de lo clásico en cuanto a técnicas y vinculada a nuevos formatos de arte, en
primer semestre con Jenny Jaramillo (una de las primeras artistas del Ecuador
en trabajar desde la performance) y una crisis acerca de su identidad sexual,
el cuerpo y la identidad forman parte de su discurso como artista.
“El
arte se aleja de lo estético para pasar de ser objeto a sujeto en mi caso” dice
Edu. A través del video arte y la performance encuentra el lenguaje con el cual
él pudo asimilar experiencias que le importaban y sobre todo era el medio
político social necesario para sus vivencias como homosexual. Un medio crítico
desde su posición activista y sobre todo alejado de la galería.
Con
respecto a la situación de la performance dentro del arte, Edu manifiesta que
siempre se dejó del lado B mientras que la pintura, el dibujo o la escultura se
mantienen en el lado A. “No existe lugares para la performance, este medio no
se ha posicionado dentro del mundo artístico… esto ha creado carencias
institucionales, no hay espacios dedicados para la performance, ni en las
escuelas de arte hay una educación… no hay una metodología para explicar que es
una performance”
Tras
relatarnos su visión sobre la situación de la performance nos menciona de No
Lugar, este espacio creado para dar la difusión y el espacio a esta y nuevas
prácticas que carecen de lugar en el medio. Es en No Lugar donde Edu realiza su
primera exposición individual donde todo es performance y llega a un interés
por la gestión y el trabajo en una plataforma de arte. Fue en ese punto que nos
preguntamos ¿cómo llega a vincularse con la curaduría? Para él todo está
relacionado.
Al
igual que cualquier artista manejaba una bitácora. La diferencia era que en vez
de trazos, dibujos o garabatos, la escritura fomentó su acercamiento a la
curaduría. El interés por hablar, difundir, dar un espacio a la performance
partía de la escritura y así llega a la curaduría donde se vuelve un ejercicio
de investigación y logra aventajarse de las posibilidades curatoriales para
generar nuevas muestras en las que puede dar espacio a nuevos medios. Edu nos
contaba que la performance y danza junto al teatro han logrado relacionarse para
posicionarse en el medio. A pesar de esto, en el contexto local lo ve verde al
desarrollo performático. Es por eso que el trabajo de la escritura le permite a
la performance que salga de la galería y aunque sea se vuelva texto para que el
público pueda leer los contenidos políticos, los espacios sociales y el
activismo.
Entre
conversación y conversación la cuestión de Edu como gay dentro del contexto
local era un tema bastante interesante. ¿Cómo es su posición dentro del arte
como homosexual? ¿Es acaso diferente? Edu la tiene bien clara. Las condiciones
de género machista en el Ecuador le permite posicionarse de cierta manera. Él
cree que se necesitan de estos agentes que puedan asumir ciertos roles que por
miedo otras personas no pueden. Da el ejemplo de el mismo hecho de ser gay. Los
roles que se manejan dentro del arte contemporáneo que mucha gente no se atreve
es el de ser curador pues Edu como
performer asume este papel y está performando siendo curador.
El
papel del curador y la identidad gay han dado a Edu cierta condescendencia
dentro del arte, ya que muchas veces la gente ha tenido miedo de actuar de
manera homofóbica dando gusto a sus peticiones, lo cual para él le beneficia ya
que puede aprovechar de esas situaciones. Al igual que como curador, su
identidad gay influye en su producción artística ya que son estos estereotipos lo
que los medios necesitan.
Pensando
en el papel del curador, Edu nos contaba que él baja el nivel de éste. Ya que
los curadores son como estos agentes que saben demasiado, son una figura
elevada y consagrada, y él es un joven curador que al igual que los jóvenes
artistas se posiciona sin miedo y pone en crisis la figura del curador. “Creo
que el rol del curador es quebrar con la figura del curador… creo que la práctica
curatorial también se mete mucho con el activismo” afirma. La posición del
curador latinoamericano permite que haya una investigación de arte con lecturas
fuertes y contenidos políticos más allá de una estética. Algo que Edu como
performer ha llegado a conocer muy bien. Su relación con la obra de arte
sugiere un cambio en el mundo. Ese es su discurso como artista y curador.
¿Cómo
se relaciona él como curador con los artistas? Nos comenta que los curadores de
cierta generación no regresaban a ver la obra de los artistas si no solo a
ellos mismos, las exposiciones no se involucraban con los artistas y eso hacía
que el público tome una distancia y a la vez se delimita la producción de los
artistas y se convierten en artistas
produciendo para los curadores. Para Edu, dar condiciones para la autonomía
y responsabilidad de un espacio
expositivo es su premisa con los artistas. La negociación entre curador y
artista para que la obra tenga mayor flujo de información. Desaparecer la figura
del curador y dar la fuerza al artista es lo que ha logrado en “Ya no es mágico
el mundo”. Su formación como artista le da la oportunidad de tener una buena
relación y ventaja con los otros artistas, ya que él sabe de los métodos y sus
conflictos al momento de producir.
Curaduría-crítica-arte
¿cómo lo maneja? Empieza a existir una forma crítica de ver la institución
desde que No lugar nace, sin embargo Edu no tiene esa distancia sobre la obra
para hacer una lectura crítica ya que siempre ha estado involucrándose en lo
procesos de los artistas. Él reconoce que en el Ecuador no hay periodismo
cultural. Solo es traducción de la obra. La curaduría crítica de cómo el
curador llega a generar discursos críticos de la obra.
Para
cerrar nuestra conversación preguntamos cuándo volvería a hacer una
performance. De forma convencida nos dijo que definitivamente va a volver y
será The Curator. Algo que no le ha permitido hacer mientras continua su
trabajo como curador de un museo es que su cuerpo se ha institucionalizado, él
quiere salir del sistema cultural y devolver a su cuerpo la performatividad ya
que no existe coherencia entre la institución y su producción artística.
Sin
duda Eduardo Carrera nos respondió más de lo que imaginamos preguntar, un joven
seguro de sí mismo y de su posición frente al arte. Un gran artista y gran
curador que sabe cómo moverse en el contexto local y cómo generar reflexión a
partir del arte.
“Tu
no le puedes mentir a tu cuerpo y el arte me permitía decir la verdad. Me
permite sacar a la luz mi efervescencia marica”
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