Por: Sebastián Valbuena octubre,
2013
A continuación analizaré una reseña del
crítico guayaquileño Rodolfo Kronfle Chambers sobre la obra fotográfica del
artista Eduardo Jaime. Las fotografías fueron tomadas durante excursiones a la
naturaleza y consisten en la flora, fauna y paisaje que el artista encontró en
sus viajes. La mayoría de las fotos muestran una contraposición de la presencia
humana (en forma de la mano u otra parte del cuerpo del artista) y la
naturaleza. Compararé la crítica de Kronfle con el formalismo del crítico
estadounidense Clement Greenberg para evidenciar las maneras en que Kronfle
rechaza este tipo de formalismo.
La primera reflexión del crítico es acerca
de la relación vital del artista con su obra, diferenciándolo de los
paisajistas que producen en serie y no tienen una relación real con la
naturaleza. Efectivamente, en el mercado artístico han
proliferado los cuadros clichés de la naturaleza, incluyendo paisajes copiados
de fórmulas mercantiles en los que desaparece la relación entre el artista y lo
que representa, dando como resultado obras huecas en las que la naturaleza es
usada como un pretexto para la exploración formal.
Kronfle critica el mercantilismo del arte decorativo basado en formulas
copiadas hasta la saciedad y lo contrapone al arte del individuo sensible,
capaz de relacionarse con la naturaleza y extraer de ella reflexiones únicas.
Al referirse a
la relación con la naturaleza Kronfle habla de “la relación del hombre que se
presenta complementario (a la naturaleza) como parte de esa equilibrada esfera,
y no separado por el dualismo cartesiano, disyuntivo y jerarquizante, que
pervirtió las relaciones entre la naturaleza y la humanidad”. La reseña esta marcada por
consideraciones románticas y existenciales acerca de la relación
hombre-naturaleza y la “libertad frente a la racionalidad y (el) materialismo”.
Esta critica
romántica utilizada por Kronfle fue combatida en Norteamérica en los años 50s
por críticos como Clement Greenberg, quien criticó su falta de consideración a
los aspectos formales y exclusivos a las artes visuales. Greenberg valoró,
sobre todo, la pureza formal, la abstracción y la autosuficiencia en las obras
de arte. En la reseña de Kronfle no encontramos ninguna alusión a los aspectos
formales de la obra (uso del color, composición, etc.) a excepción de la
decisión del artista por la fotografía analógica de la cual se dice que “no lo
hace como caprichosa elección formal”.
La obra de Jaime
es bastante simple y directa en sus pretensiones y yo diría que hasta algo
“amateur”, en la forma en que retrata el paisaje como un excursionista ajeno a
la fuerte base teórica del arte contemporáneo. Kronfle resalta el que la obra
de Jaime no utilice la naturaleza como una excusa para la exploración formal o
conceptual. El objetivo de las fotografías no sería un
reflexión sobre el medio, sino una especie de bitácora acerca de la relación
del artista con su entorno natural.
Como podemos
observar, en la crítica de Kronfle hay un rechazo al formalismo o por lo menos
al uso artificioso de este. En la obra de Eduardo Jaime, Kronfle descubre una
crítica al proyecto de Modernidad. El artista mantiene un perfil bajo y se
mueve al margen del sistema del arte: “veo su obra como una rareza que tomará
un tiempo de añejamiento para que pueda ser mejor valorada, tal vez cuando el
desencanto hacia el embelesamiento tecnológico y sus promesas de bienestar
alcance nuevos niveles de masa crítica”. También cabe mencionar
que Kronfle destaca la ausencia de ironía y perversidad semántica en la obra de
Jaime. Al no ser una obra de
exploraciones formales pero tampoco ser una obra conceptual de lecturas semánticas,
encontramos que la obra de Jaime apela a
las emociones antes que al intelecto. En su texto, Kronfle no cita a teóricos
ni a imágenes de la historia del arte, las referencias son mas bien a lo local,
a el paisaje y a quienes lo habitan.
Evidentemente la Modernidad no ha sido totalmente
superada, en la crítica del arte todavía se juzgan las obras por su valor
dentro de la Historia del Arte o las tendencias actuales y no por su relación
con la sociedad. Por un lado tenemos la crítica “romántica” que se basa en
valores subjetivos, mas cercanos a la mayoría de la gente pero que puede
resultar engañosa cuando se basa en valores afectivos sin realizar una rigurosa
examinación de su valor y relevancia. Por
otro lado, la crítica formalista o interrelacional solo es comprendida por los
especialistas. Como explica Hal Foster en su texto Contra el Pluralismo, el arte “puro” y carente de ideología resulta
una postura cómoda y reaccionaria. Por estas razones pienso que la crítica debería
situarse en el ahora y relacionar el arte con el entorno local y con la vida
antes que con formalismos y purismos.
Bibliografía
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